La Miseria, la Escasez y la Inflación como Herramientas de Control en Cuba y Otros Regímenes Comunistas y Socialistas

 

En Cuba, la crisis social y económica ha alcanzado niveles críticos, caracterizada por apagones prolongados, escasez de alimentos y medicamentos, y una inflación persistente que erosiona el poder adquisitivo de la población. Desde agosto de 2024, los apagones diarios pueden superar las 18 a 20 horas, afectando la vida cotidiana, la conservación de alimentos y medicinas, y el funcionamiento básico de hogares y servicios. Esta crisis energética se debe principalmente a la obsolescencia de las centrales termoeléctricas, la falta de mantenimiento e inversión, y la escasez de combustibles, factores agravados por un modelo económico centralizado y la mala gestión estatal.

La escasez de alimentos es alarmante: uno de cada cuatro cubanos se va a dormir sin cenar, y más del 96% de la población ha perdido acceso a alimentos básicos, debido al desabastecimiento y al aumento constante de precios. La dieta de muchas familias se ha reducido a raciones insuficientes y poco nutritivas. Paralelamente, la crisis en el sector salud es grave, con alrededor del 70% del cuadro básico de medicamentos ausente o con baja cobertura en farmacias, lo que obliga a la población a recurrir al mercado informal sin garantías de calidad ni seguridad.

La inflación en Cuba se mantiene en niveles altos, con tasas que oscilan entre el 20% y el 32% anual, principalmente impulsada por el aumento en los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas. Esta inflación reduce aún más el poder adquisitivo de salarios estatales que ya son insuficientes para cubrir las necesidades básicas, profundizando la pobreza y la vulnerabilidad social.

Este conjunto de crisis —energética, alimentaria, sanitaria y económica— no es casual ni meramente técnico, sino que funciona como una herramienta de control político y social. Mantener a la población en condiciones de precariedad limita su capacidad de protesta y organización, consolidando un sistema autoritario que utiliza la miseria y la escasez para perpetuarse.

Bolivia: Crisis Energética y Económica en un Contexto Socialista

Bolivia enfrenta una crisis energética preocupante debido a su alta dependencia del gas natural para generar más del 60% de su electricidad. La producción de gas ha disminuido por falta de inversión y políticas energéticas ineficientes durante los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS). Esta situación obliga al país a importar combustibles, generando problemas logísticos y financieros que amenazan con provocar apagones y racionamientos.

En el plano económico, Bolivia proyecta un crecimiento moderado del PIB del 3.5% para 2025 según el gobierno, pero organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial estiman cifras menores. La inflación podría superar el 7.5%, mientras que el déficit fiscal y la desaceleración en el consumo y la inversión privada limitan el dinamismo económico. La falta de diversificación energética y la centralización estatal contribuyen a un escenario de vulnerabilidad que afecta especialmente a los sectores más pobres.

Otros Países con Uso Similar de la Escasez como Mecanismo de Control

El patrón de usar la miseria, la escasez y la crisis energética como herramientas de control social y político no es exclusivo de Cuba y Bolivia. Otros países con regímenes comunistas o socialistas han experimentado situaciones similares:

- Venezuela: Enfrenta apagones recurrentes y una crisis energética derivada de la mala gestión estatal y la dependencia de combustibles fósiles, afectando la vida cotidiana y la producción industrial.

- Nicaragua: Sufre apagones frecuentes y crisis energética debido a la escasez de combustible para plantas térmicas, afectando la actividad económica y social.

- Países del antiguo campo socialista europeo: Durante décadas, la escasez energética y el racionamiento fueron comunes y utilizados para controlar a la población dentro de sistemas autoritarios. Aunque hoy la situación ha cambiado, algunos países aún enfrentan problemas estructurales en sus sistemas eléctricos.

En Cuba, la combinación de apagones prolongados, falta de alimentos y medicamentos, junto con una inflación alta y sostenida, conforman un sistema que utiliza la crisis para debilitar y controlar a la población. Bolivia, por su parte, enfrenta una crisis energética y económica que limita el bienestar y la libertad de sus ciudadanos, reflejando un patrón común en varios regímenes comunistas o socialistas de la región.

La miseria, la escasez y la crisis energética no son solo problemas técnicos o económicos, sino instrumentos de opresión que perpetúan regímenes autoritarios y limitan la capacidad de resistencia y cambio de sus pueblos. Este fenómeno subraya la importancia de políticas transparentes, diversificación económica y energética, y respeto por las libertades fundamentales para garantizar el desarrollo y la dignidad humana.

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